La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible proporciona un plan colectivo para lograr la paz y la prosperidad para todos en el planeta. Está construido alrededor de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que abordan desafíos globales relacionados con la pobreza, la desigualdad, el cambio climático, la degradación ambiental, la paz y la justicia. Estos objetivos están interconectados y son interdependientes: el progreso en uno contribuye al progreso hacia los demás, y la biodiversidad es crucial para todos ellos.

La biodiversidad es crucial para el desarrollo y el bienestar humano

La biodiversidad sustenta la prosperidad económica. Más de la mitad del PIB mundial, el equivalente a aproximadamente US$ 44 billones, es moderada o altamente dependiente de la naturaleza. Más de 70% de la población que vive en pobreza depende, al menos en parte, de los recursos naturales para generar ingresos, ya sea a través de la agricultura, la pesca, la silvicultura u otras actividades basadas en la naturaleza.

La naturaleza es una fuente esencial de muchas sustancias utilizadas en la medicina moderna. Las plantas, los animales y los microbios permiten a los investigadores médicos comprender la fisiología humana y tratar enfermedades. 4.000 millones de personas dependen directamente de medicamentos naturales y alrededor de 70% de los medicamentos contra el cáncer son productos naturales o sintéticos inspirados en la naturaleza.

Los ecosistemas regulan el clima de la Tierra al capturar y almacenar gases de efecto invernadero. De hecho, los ecosistemas en buen estado pueden proporcionar 37% de la mitigación que necesitamos para limitar el aumento de la temperatura global. Cuando dañamos ecosistemas, como turberas, manglares y bosques tropicales, estos liberan carbono en lugar de almacenarlo.

Los ecosistemas biodiversos pueden ayudar a mitigar el impacto de desastres naturales como inundaciones, tormentas, tsunamis, avalanchas, deslizamientos de tierra y sequías. También pueden proteger contra la propagación de enfermedades: en aquellos lugares donde la biodiversidad nativa es alta, la tasa de infección por enfermedades zoonóticas como la COVID-19 es menor.

Alcanzar el desarrollo sostenible

El cambio en el uso del suelo, la sobreexplotación, la generación de gases de efecto invernadero y el consiguiente cambio climático, la contaminación y la propagación de especies invasoras son actividades humanas con efectos graves.

13 millones de hectáreas de bosque desaparecen cada año, mientras la degradación persistente de las zonas áridas está provocando la desertificación de 3.600 millones de hectáreas. El 8% de todas las razas de animales conocidas están extintas y 22% está en riesgo de extinción. La contaminación ha deteriorado las aguas costeras y las poblaciones de muchas especies de peces se están agotando rápidamente. Las actividades humanas también han creado condiciones para que los virus pueden transmitirse más fácilmente entre animales y humanos, dando como resultado un aumento en la transmisión de enfermedades infecciosas como la COVID-19.

Según un informe publicado el año pasado, la degradación irreversible en el medio ambiente natural representa una gran amenaza al progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible alcanzado en las últimas dos décadas. Todavía podemos lograr un mejor futuro, pero sólo con cambios drásticos en las políticas, incentivos y acciones de desarrollo.

Llegó la Hora de la Naturaleza

2020 es un año decisivo y el comienzo de la última década que tiene la humanidad para alcanzar la Agenda 2030. El PNUMA y sus socios liderarán el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas y en reuniones internacionales clave, como la Conferencia de las Partes del Convenio de la ONU sobre Diversidad Biológica, se trazará el rumbo para la acción global.

Revertir la pérdida de biodiversidad es la única forma de restaurar el planeta y mantenerlo saludable. Es hora de reinventar nuestra relación con la naturaleza y ponerla en el centro de nuestra toma de decisiones.